Han sido días extraños en los que ha habido poca información oficial por parte del comité de regatas de la Mini Transat. Hemos visto, leído y escuchado mucho “chascarrillo” generador de confusión, pero la regata, que de mini tiene solo el nombre del tamaño de las embarcaciones,  sigue en marcha. Para todos sus seguidores ha sido un fin de semana marcado por la dureza de las condiciones meteorológicas que el sábado obligó a los regatistas a buscar refugio en los puertos del litoral gallego al alcanzarse rachas de más de 55 nudos. La peor parte se la llevó Georges Kick, el regatista más veterano de la flota, (66 años) quien acabó viendo cómo su embarcación, Black Mamba, acababa sobre las rocas en la entrada del puerto de Ribadeo y lógicamente teniendo que abandonar la competición. La otra cara de la moneda la vemos en la osadía o temeridad de Melwin Fink, porque le  han dado sus frutos. El navegante alemán se arriesgó a enfrentarse al sistema meteorológico y lo logró, navegó con 40 nudos, logrando continuar su rumbo hacia el sur sin mayores problemas escapándose en la latitud de Lisboa con una ventaja de entre 150 y 200 millas sobre el pelotón principal y, salvo daños, parece que va a llevarse la victoria en la ida de la Mini Transat EuroChef con un colchón de al menos 24 horas por encima de sus rivales. Según la última ruta, debería tocar tierra en Santa Cruz de La Palma el jueves, mientras que la mayor parte de sus perseguidores llegarán a partir del viernes por la tarde. Como es el caso de José Linares, quién junto a su “Vamos, Vamos” ha iniciado ya su descenso  al sur peinando la costa portuguesa con unas condiciones de viento infinitamente más flojas que las que cuentan a unas 60 millas más al sur, mucha menos presión que sin duda separará aún más a la flota las próximas horas.